Experiencia vegetariana

Temprano por la mañana gbrrr escucho como el Sr. A. comienza a prepararse para salir con unos amigos, algo tranquilo supuse: tomarse unos vinitos, comer algo y conversar por largas horas.

Por la noche lo escuché llegar y pospuse mi sueño para ir a saludarlo. Vi como de forma desesperada, comenzó a buscar algo que comer, después de destapar todas las ollas y no encontrar nada preparado, resolvió tirar un pedazo de carne en una sartén. Mientras él cocinaba, yo recorria sus piernas con mi cola para intentar entablar una conversación brrrggbrr.

"Gato, nunca en mi vida he comido tan sano, necesito algo para que mi estómago trabaje: necesito carne". Según me contó, la reunión de amigos estuvo muy bonita, sin embargo, los vegetarianos dominaban por número por lo que el menú ofrecía: verduras asadas a la parrilla, sushi vegetariano y para picar: pejiballes y apio en largas tiritas!

Cuándo tu estómago está acostumbrado a luchar contra un trozo de vaca hasta asimilarlo por completo, el palmito y la berengera son piezas fáciles para la digestión. Yo estoy del lado del Sr Alvarez, y entiendo por que traia tanta hambre cuando llegó a casa.

Nunca he imaginado dejar de comer carne (ni por salud ni por gusto). Los gatos somos carnívoros por naturaleza, aunque los tiempos modernos nos obliguen a comer carne en forma de galletas que un tal Purina mete en unas grandes bolsas.